viernes, 20 de agosto de 2010

Mis primeras impresiones al llegar a Horsens.

¡Hola!

En esta entrada os voy a resumir cómo ha sido tanto el viaje para llegar a Dinamarca como mi primera impresión acerca de la localidad que me acogerá durante los próximos meses: Horsens.


El viaje comenzó con nervios ya la tarde del jueves en parte porque llegaba el momento de empezarlo y también porque en el momento de recoger el portátil hubo una última e inesperada reordenación de las cosas en el equipaje de mano. A pesar de esta pequeña pérdida de tiempo, esta cumplía las medidas exigidas por Ryanair y también la maleta a facturar cumplía en cuanto a peso. Con todo listo, hacia la Estación de Autubses y Renfe "Zaragoza-Delicias", donde recoger el coche de alquiler y de ahí rumbo al aeropuerto de Gerona, una vez que todos habíamos llegado.
Llegamos a eso de las 3 de la madrugada, tras haber salido a las 11 de la noche y haber parado un par de veces para descansar, conversar y comer algo. Una vez allí teníamos aún más de 3 horas hasta que pudiéramos coger el avión. Tras un tiempo esperando abrieron la facturación y tras dejar la maleta tocaba dirigirse al control y de ahí a esperar a que abrieran el embarque. Salimos con retraso (apenas 20 minutos, no mucho), por lo que también llegamos más tarde de lo esperado al aeropuerto de Billund, pasadas las 9 de la mañana. Una vez allí tuvimos que elegir entre coger un autobús que venía ya hacia una estación de ferrocarril para luego coger un tren que nos llevara hasta el mismo Horsens o bien esperar un poco más a otro que nos dejaba a las afueras de dicha localidad, en una gasolinera. Elegimos esta segunda opción, por lo que una vez allí tuvimos que llamar a dos taxis para que nos llevaran hasta el pueblo/ciudad (no sé cómo denominar a Horsens) y concretamente hasta la residencia "Kamtjatka".
Conforme entrábamos en la susodicha villa nos íbamos encontrando con las típicas calles y casas bajas de ventanas grandes y ladrillo rojo tan característico de estos lugares. Previamente ya habíamos advertido lo verde del paisaje danés, algo normal teniendo en cuenta la constante humedad de esta zona. La residencia parecía estar muy bien montada, y es que parecían varios bloques de edificios que se conectaban por un patio interior y en el que cada uno tenía varios pisos y varias habitaciones. En mi pisito tengo cocina y baño a compartir con, en mi caso, un compañero de la carrera (al que ya conocía y con el organicé este viaje, entre otros) y un chico polaco. Fue una sorpresa que, aproximadamente 1 hora después de habernos instalado, llegara con tantísimas maletas, las dejara en su habitación y (lo más gracioso) se fuera sin decir nada más que su nombre y su país de procedencia.
Al mediodía, con el hambre ya asomando, decidimos ir a un supermercado que está apenas a 5 minutos de aquí andando y tiramos de los artículos con los precios de descuento (la vida de Erasmus en un país como éste, caro en general y más si vienes de fuera y eres estudiante, hace que el instinto de supervivencia y tu espíritu ahorrador florezcan como nunca antes lo hubieran hecho), por supuesto, convirtiendo cada valor en Coronas Danesas a Euros para enterarnos un poquillo del asunto. Tras comer volvimos otra vez para terminar de comprar más cosillas básicas para el piso y alguna que otra cosa para comer también.
EDITO: Esta entrada ha sido publicada el domingo originalmente puesto que no volví a tener conexión a Internet hasta dicho día.


P.D.: En unas semanas, en cuanto pase los exámenes de septiembre, confío en poder colgar los trozos de vídeos que he grabado en este ajetreado día. ¿Qué sentiríais vosotros los primeros momentos de este descubrimiento? ¿Mejor solo y más aventura o acompañado y algo más seguro? ¿Por qué?

¡Cuidáos!

2 comentarios:

alvarodrv dijo...

Ánimo en tu nueva etapa!

Parmenio dijo...

Yo soy más de descubrir las cosas solo y saborearlas a placer. Ya habrá tiempo de disfrutarlas y compartirlas.

Un beso (de aclimatación)

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