jueves, 29 de octubre de 2015

#NantesYDespués III: Viaje a Saint-Malo, Mont Saint-Michel y Rennes

¡Hola!

En esta entrada de la serie #NantesYDespues voy a documentar con anécdotas y fotos todos los recuerdos que aún guardo del viaje a Saint-Malo, el Monte Saint-Michel y Rennes. Fuimos finalmente cinco españoles residentes en Nantes los que aprovechamos los días 24 y 25 de octubre para hacer un poquito de turismo local gracias a que del 17 al 31 de octubre hay vacaciones escolares.


Fue todo bastante fácil de organizar una vez pasada la primera fase de saber cuántos finalmente podíamos (por dinero, fechas y otras obligaciones) unirnos en esta escapada de fin de semana. Es lo normal cuando hay un grupo de diez o más personas y lo primero que debe saberse para, después, cuadrar fechas y, finalmente, el destino. Nosotros teníamos claro que queríamos algo cercano y barato ya que estamos a principios del año escolar y por lo tanto los escasos ahorros que tenemos con nuestro sueldo de "au pair" no nos permitían mucho gasto. Así es cómo se decidió fácilmente visitar las ciudades de Saint-Malo y el Monte Sain-Michel, a dos horas hacia el sur de Nantes.

Salimos el sábado a las 8 y media de la mañana, después de hacer todos los papeleos necesarios tras la previa reserva del vehículo de oferta que íbamos a alquilar y, aunque teníamos pensado visitar esta primera mañana el Monte Saint-Michel primero al ser lo que más lejos se encontraba, por un error en las salidas de la circunvalación de Rennes finalmente fuimos directamente a Sain-Malo para ver enteramente su zona amurallada llamada "Intra-Muros". Primera anécdota del viaje: al tener que pagar por utilizar los servicios públicos de la calle fuimos pasando uno tras otro sin cerrar la puerta para aprovechar esos 50 céntimos al máximo, incluso cuando se avisaba en los carteles que al tirar de la cadena todo el espacio se limpiaba automática e íntegramente. Comenzamos con el cachondeo de buena mañana.
Foto de grupo en la muralla de Saint-Malo
Muy bien conservada y rehabilitada y también bastante turística, pero preciosa cuanto menos, no sólo por las calles interiores, todas en piedra, sino también por las vistas hacia el Océano Atlántico desde las murallas. Incluso aprovechamos que había marea baja para acercarnos a una isla cercana a pie.
Después de comer los bocadillos que nos habíamos preparado antes de salir de Nantes y de terminar la visita por las playas, regresamos al coche para encontrar la casa que habíamos alquilado para pasar esa única noche en la cercana localidad de Cancale, bastante grande y bien equipada. Después fuimos a un "Super U" para comprar comida, no sin antes perdernos varias veces para encontrar la salida adecuada del pueblo donde se encontraba el dichoso supermercado. No fueron pocas las risas que surgieron a propósito de esta desorientación pero también ya comprando con las típicas bromas sobre comida y sexo, además de ir calculadora en mano sumando cada producto para no sobrepasarnos en exceso del presupuesto asignado.
A continuación aprovechamos las horas muertas antes de cenar para jugar a "Oui ou non" (un juego que se basa en leer una serie de preguntas a un jugador y a las que éste debe responder sin responder ni sí ni no como se las ingenie) y así practicar nuestro francés, no sin pocas situaciones cómicas. Ya por la noche también volvimos a "Intra-Muros" para tomar algo en un bar irlandés con mucho encanto.
Vista del Monte Saint-Michel con marea baja
A la mañana siguiente, y con el debate abierto que siempre surge cuando se cambia la hora (que si se atrasa el reloj, que si se adelanta, que si dormimos más o menos...), después de desayunar y acicalarnos fuimos directamente al Monte Saint-Michel, al cual se accede o andando o en "navette" (autobús lanzadera desde el espacio habilitado para aparcamiento de turismos, caravanas y demás coches y que vale 12 €uros).
Nada más llegar, y ya desde fuera, un montón de fotos por lo precioso de la construcción y por su privilegiada y extraña situación, al encontrarse en una pequeña colina que, con la subida de las mareas, se convierte en una isla.
Si la anterior ciudad me había parecido un poco turística, este pedrusco sí que lo era y en exceso. Además de calles estrechas y empinadas todas ellas de piedra y muy bien conservadas, un montón de tiendas, bares, restaurantes, hoteles y precios altos las invadían. A pesar del gran volumen de gente que había, merece la pena verlo por lo precioso de su privilegiada situación y las vistas que tiene tanto hacia el océano como entre sus calles. Aunque no entramos a la abadía (valía 9 €uros) pudimos apreciar bastante bien lo maravilloso del lugar, y tan absorbido estuve que hasta se me olvidó completamente comprar algún souvenir, cosa que suelo hacer siempre por pequeño que sea para tener un recuerdo material de mis viajes.
Casas típicas de la Bretaña francesa en el centro de Rennes
Después de comernos el bocadillo en un parque regresamos al aparcamiento para coger el coche rumbo a Rennes y aprovechar esas horas de la tarde antes de que se fuera el sol para ver esta otra ciudad de esta bonita región.
Así pues, esta vez conseguimos llegar al centro sin muchos problemas y visitar el parque gigantesco que hay allí y las calles y plazas comerciales y peatonales, así como alguna que otra iglesia.
Terminamos nuestra visita en un bar de esa zona tranquilamente tomando una bebida caliente y un cruasán que nos sentó fenomenal porque ya empezaba a hacer frío, a pesar de que durante todo el fin de semana hizo un tiempo envidiable para ser estas fechas del año. Llegamos a Nantes a eso de las 7 o las 8 de la tarde para dejar el coche alquilado en su sitio y volver a casa cansados pero felices de haber pasado este fin de semana conociendo un poquito más esta zona de Francia.

Echando cuentas, y por si al alguien pudiera servirle de ayuda, apenas nos salió todo el fin de semana por 60 €uros, entre el alquiler del coche en Sixt (con seguro a todo riesgo por si acaso, lo cual subió bastante el presupuesto final, pero viajamos más tranquilos) y la gasolina a rellenar, el alquiler de la casa para pasar la noche a través de AirBnB, la comida y el parquin obligatorio para visitar al Monte Saint-Michel. Bastante económico, muy bonito y sobre todo "très amical" y divertido para conocer mejor a mis compañeros de clase.
Os dejo el videoblog homónimo subido en mi canal de YouTube:


P.D.: Si conseguimos coincidir en fechas libres en febrero, que de nuevo hay vacaciones escolares, intentaremos hacer otro viajecito, aún sin destino fijado pero con muchas opciones en mente que espero contaros por aquí llegado el momento. ¿Qué ciudades o partes de Francia conocéis? ¿Y cuáles os gustaría visitar? ¿Me recomendáis viajar a alguna ciudad en especial para la próxima vez?

¡Cuidaos!
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