Para celebrar, o más bien re¡vindicar, que hoy es el Día Mundial de la Lucha Contra el Cáncer os publico esta entrada que tiene algo que ver con esta dura enfermedad que requiere también una dura batalla.
Esta vez no es nada divulgativo ni científico que vaya a querer colocar aquí para que luego me salga una entrada quizás demasiado larga y que no la leáis, no. Es simplemente una historia que tenía guardada para publicarla hoy y que tiene relación por tanto con esta enfermedad. Una historia de lucha, de querer... de amor, en definitiva. Sólo espero que os guste:
Te has marchado para siempre, y ni si quiera me has dado la oportunidad de despedirme de ti. Cuando me dejaste antes del verano, pensaba que como siempre, te habrías agobiado por la distancia que había en verano. Sin embargo, al volver al colegio, con la esperanza de volver a verte y de pasar juntos este último año de colegio, me encontré con tu ausencia. Había un pupitre vacío con una bolsa de libros en los que ponía tu nombre, ese precioso nombre de 7letras... Esa misma tarde te llame, y no me cogiste el teléfono. Hable con tu hermana y me dijo que estabas de viaje, que volverías en un mes, pero el tiempo pasó, y tu no volvías...
Llegaron las navidades y yo pensaba que me habías engañado, que te habrías cambiado de colegio o cualquier otra cosa. Preguntaba a tus amigos y me decían que pronto volverías, parecía que todo el mundo me ocultaba algo, que todos sabían algo y yo no sabía nada. Recuerdo cómo me mirabas y pronunciabas aquellas palabras... yo, con mi inocencia, todo me creía.
El 27 de diciembre me entere de que estabas aquí, de que llevabas un mes en la ciudad, sin embargo nunca te veía. Pasaba por tu casa, iba a aquellos lugares que sabía que significaban algo para los dos, y no estabas... En el fondo de mi conciencia, sabía que algo te había pasado, que aunque lo habíamos dejado, una amistad de tanto tiempo no se podía estropear por eso. El 1 de enero te llamé a casa para felicitarte el año, y me cogió el teléfono tu madre; como siempre me pregunto qué tal estaba, qué hacía mucho tiempo que no me veía... Yo notaba algo raro en su voz, era algo entrecortada, y daba la sensación de que quería contarme algo, sin embargo yo le pregunté por ti. Titubeó, dudó unos instantes y luego me dijo que habías salido. Me despedí de ella y me fui a dar un paseo. Tu casa y la mía están a menos de 10 minutos caminando, y no sé como ni por qué aparecí frente a tu puerta.
De pronto, levanté la cabeza y te vi ahí, en tu ventana. Te asustaste al verme, y me hiciste un gesto con la mano. Saliste a la calle y me saludaste, te vi diferente, no sé, extraño. Más delgado y con cara de tristeza... Me invitaste a entrar dentro, me dijiste que estabas constipado y que no podías salir. También dijiste que tenías que contarme algo, sin embargo mi móvil sonó, era mi madre, pidiéndome que volviera a casa. Te acercaste a mi, me diste un beso en la mejilla y me susurraste "tengo la esperanza de que algún otro día pueda ser..." Me quede desconcertada y me fui.
No caí en tus palabras hasta después de un tiempo. Ahora me doy perfectamente cuenta de lo que me que me querías decir. Al día siguiente me levanté, y como era domingo y estábamos de vacaciones me fui a jugar al tenis. Cuando llegue allí, me encontré a tus amigos. Estaban corriendo hacia los vestuarios muy apresurados, y les pregunte: “¿A dónde vais? ¿Qué os pasa?” Ellos se pararon y me miraron a los ojos. Recuerdo como si fuera hoy aquel grito de fondo: “¡¡¡ÉL ESTA MUY MAL!!!”.
No hizo falta que me dijeran nada más; fui a casa, me cambié y cuando estaba saliendo por la puerta llegó tu hermana, me dijo que traía algo de tu parte. Era una carta, que abrí y leí.
Decia: "Se que te habrás hecho un sin fin de preguntas durante todo este tiempo... Sé que puedes estar enfadada conmigo, pero no he querido explicarte nada hasta el final. Lo he hecho por ti, créeme, sé que era lo mejor para los dos, o al menos lo mejor para ti. Cuando te deje antes del verano te dije que ya no te quería, que en realidad nunca me habías gustado. Te mentí, mi niña, te he querido desde el primer día, desde aquel día que te vi en la piscina de nuestra urbanización, desde que tenías 8 años... Te he visto crecer, hacerte mujer, y siempre tuve la esperanza de que algún día fueras mía. Parece contradictorio ¿verdad? Te preguntarás por qué un día fuiste mía y te deje escapar ¿verdad? No sé muy bien como decirte esto, sólo sé que en mayo del año pasado me diagnosticaron una enfermedad. Me dijeron que había pocas posibilidades de que me curase, y lo primero que me vino a la cabeza fue tu imagen, tus bonitos ojos verdes y tu pelo castaño claro y claramente liso aquel lunar de la cara. Pensé que no podría decirte nada, que sólo te haría sufrir, y se me ocurrió que lo mejor para que no sufrieras, era que estuviéramos distanciados, que apenas nos viéramos... Sé que por mi parte esto no ha funcionado, que al menos yo no he dejado de pensar en ti ni un solo instante... Te he visto todos los días pasar por delante de mi casa, he ido al recreo sin que me vieras... Tú, mi niña, eras lo único que me ha hecho mantenerme vivo estos meses... Sin embargo parece que el amor no es lo único que hace seguir vivo a una persona.
Cuando leas esta carta, será que estoy perdiendo mi batalla contra el cáncer, será que es uno de mis últimos días... Lo último que quiero decirte es que me recuerdes tal y como era antes de todo esto, que tengas el recuerdo de aquellas tardes juntos, de aquellas llamadas interminables, de aquellas miradas... Por último, te pido que por favor no vengas a verme al hospital, no quiero que tengas este recuerdo de mí... Me da pena no irme de este mundo con un último beso tuyo, pero nunca olvidaré cada uno de los besos que me diste, que te robe... Se feliz mi gordi, no vivas de algo que no terminó, no te olvides nunca de mi, se feliz, aunque sea con otro, y piensa que siempre te estaré cuidando desde donde quiera que esté...
TE QUIERO.”
Termine de leer tu carta, y me eché a llorar como creo que es lógico. Mire a tu hermana y le pregunte que en qué hospital estabas. Ella sabía que no querías que lo supiera pero aun así me lo dijo y me fui corriendo. Cuando llegue al hospital estabas en
Corrí hacia tu habitación y cuando entre estabas consciente y preguntaste: ¿Mamá? yo no te contesté, me hacer que y te di un beso en los labios y te susurre: "No quería que te fueras de aquí sin el último de mis besos". Abriste los ojos, sonreíste, me apretaste la mano y pronunciaste tus últimas palabras: "Espero que me perdones algún día, te he querido siempre y siempre lo haré, no olvides que siempre te cuidare desde donde quiera que este, y sobre todo se feliz".
Mi mano se soltó y supe que te habías ido para siempre. Sin embargo, sé que siempre estás conmigo.
TE QUIERO, estés donde estés…
P.D.: A pesar de lo triste de la historia y de la enfermedad, no quisiera cerrar la entrada sin antes animaros y llamaros desde el optimismo y las ganas de vivir que esta gente tiene, pues son los que más valoran el estar vivos y el tener a alguien que les quiera de verdad. ¿Os ha gustado? ¿Por qué? ¿Creéis que es básica la expansión de la mayor información posible para evitar contraerla?
Hasta pronto corazones.
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