¡Hola!
Hoy, el día previo a esta semana de inicio de las clases y la vuelta a la rutina, me ha dado por pensar qué hay después del Erasmus. Llevo tiempo pensando en mis opciones de futuro tras esta estancia en el extranjero, pero estas últimas semanas desde que acabé los exámenes hasta hoy mismo estas reflexiones han venido a mi cabeza de una manera más contundente.
He encontrado un artículo en "El País" en el que se pregunta si hay vida después del Erasmus y yo, definitivamente, creo que sí. Debo pensar así, al menos, que en menos de 5 meses estaré de nuevo en España con una vida más "normal", con la vida que llevaba antes de embarcarme en esta aventura de la que, sin duda no me arrepiento.
Y es que en dicho artículo, y en otros sitios (sobre todo blogs de ex-Erasmus) se habla de lo mal que se pasa las primeras semanas, de lo desubicado que te sientes, de lo que extrañas la forma de vida y las situaciones que en tu estancia vivías a diario. Me gustaría pensar, y creo que así será, que detrás de todo eso hay un sentimiento y un recuerdo sólido que me ayudará a seguir adelante con una visión más amplia, con mayor creencia en mi mismo, con más optimismo a la hora de empezar nuevos proyectos...
Son muchas las opciones que me he planteado desde antes de Navidad ya sobre qué hacer después de esto. La opción que empezó la lista me la comentó un amigo, que pretendía sacarse el título europeo de esta misma carrera que ambos estamos a punto de terminar el curso que viene en Edimburgo. Poco antes de volver a España para Navidad me comentaron desde la propia universidad el quedarme 6 meses más de prácticas para, así, conseguir el título danés de mi carrera también, válido para este país. Esta opción fue la que se colocó en último lugar, y más después de recordar mis intenciones a empezar mi formación universitaria: "continuar con la superior".
No sé si tener tantas opciones es bueno o malo, porque no sé hasta qué punto compensa tener tanta libertad de elección o de juego por si alguna falla, en comparación con el quebradero de cabeza que llevo encima. Seguiré buscando y concretando más y mejor la opción se quedarme en España para seguir mis estudios durante al menos un par de años más, pero eso significa abrirse un nuevo frente de contestación: ¿Dónde? Uno de mis sueños de Bachiller siempre fue estudiar y vivir en Barcelona, y creo que si lo lograse cumplir me llevaría una enorme alegría, por lo que la ciudad condal tiene todas las papeletas de convertirse en mi primerísima opción. Sobre Santander también me han hablado muy bien, sobre todo en cuestión de calidad y prestigio de la titulación de Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos. Y últimamente también está rondándome la cabeza Granada por su ambiente universitario, por lo económica de esta opción (tanto por la matrícula a pagar como por la vida diaria allí) y, sobre todo, porque esté lejos de casa.
Quizás lo que busque, más que complementar mi formación (que también), es tratar de mantener mi independencia, ahora que la he probado y que he salido airoso de ella. Tengo claro que no me gustaría vivir con mis padres ya que, y que me entiendan cuando digo esto, es algo normal dentro del proceso de crecimiento y maduración de todo hijo el despegarse definitivamente del nido paterno. Gracias a mi experiencia Erasmus he aprendido muchas cosas que seguramente de otra forma no hubiera podido o hubiera tardado más en aprender. Me gustaría comprobar que puedo continuar con esto.
En parte esta entrada la hago para releerla dentro de 6 meses, cuando lleve un tiempo ya en mi casa, la de mi familia, la de toda la vida; cuando haya vuelto a vivir momentos con mis amigos del pueblo, los de toda la vida; cuando ya me haya adaptado de nuevo a cómo funcionan las cosas allí, en España. Me gustaría que al releerla me saliera un sentimiento espontáneo de escribir sobre lo que siento en esos momentos, y confío en que lo que escriba sea bueno, porque significará que no me equivoqué al responder a la pregunta que da título a esta entrada con un bien seguro "sí".
P.D.: Un texto quizás demasiado largo pero que quería y debía hacer, por mí. ¿Qué os ha parecido? ¿Creéis que efectivamente existe la "despresión post-Erasmus"? ¿Qué haríais vosotros en mi caso?
¡Cuidaos!
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